El escritor británico Gilbert Keith Chesterton (1874-1936) escribía que “Una vez al año agradecemos a los Reyes Magos los regalos que encontramos en los zapatos, pero nos olvidamos de dar gracias a Dios todos los días que nos ha dado los pies para meterlos en ellos”.
Y es la falta de agradecimiento lo que le dolió a Jesús, cuando sanó a 10 leprosos, y sólo uno (un extranjero) volvió a Él para manifestarle su gratitud. Jesús se quejó esa vez cuando dice: “¿No han quedado limpios los diez?...Los otros nueve, ¿dónde están?”… (Cf. Lc 17,17).
¿Por qué nos es más fácil pedir cosas a los amigos, a nuestros padres o familiares, a las autoridades, a Dios…, y nos suena tan raro el agradecerles?... Tal vez sea por nuestro innato egocentrismo, que llevamos a flor de piel.
No en vano se ha dicho que la gratitud es la flor más bella en el jardín de la caridad.
No dudemos pues, en ser agradecidos, a reconocer los favores, bondad o interés que el otro tiene para con uno, y particularmente Dios.
Sepamos decir siempre: ¡GRACIAS!
Estas y otras reflexiones las puedes encontrar en :
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domingo, 10 de octubre de 2010
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