127.- EL DESIERTO

¿Quién no ha oído hablar, o ha estado en un desierto alguna vez?... Es un lugar desolado, donde no existe vegetación, hay mucha arena o roca, las temperaturas son extremas: excesivo calor o un frío terrible. De vez en cuando uno se encuentra con alimañas: serpientes, escorpiones o fieras salvajes…pero allí sobre todo, prima el silencio, que es estremecedor.
Y es allí precisamente donde Dios conduce a sus siervos para encargarles una misión determinada: “lo llevaré al desierto y le hablaré al corazón” (Cf. Os 2,14).
Nuestro mundo actual está plagado de ruidos e interferencias: el tránsito, las fábricas, la radio, TV, los ipods, las propagandas, etc. que nos bombardean constantemente y nos dispersan. Requerimos tiempos de silencio, de desierto, de soledad, para poder entrar dentro de nosotros mismos, en nuestra intimidad y encontrarnos con nosotros mismos y con Dios.
Ya nuestro señor Jesucristo estuvo 40 días en el desierto, antes de iniciar su vida pública. Allí tuvo varias tentaciones, pero allí también se dejó conducir por su Padre Dios para la misión que se le encomendó.
Ya hemos iniciado el período de CUARESMA, que es un tiempo de preparación para la Pascua de resurrección. Es tiempo de conversión, de desierto, de revisar y rectificar algunos aspectos que no andan bien en nuestras vidas.

Cf. http://reflexioneslasallistas.blogspot.com