Priorizar es dar preferencia a algo, es decidir qué se hace antes y qué se hace después (o, en última instancia, qué se hace y qué no se hace).
¿Cuántas cosas hacemos en la vida?... ¿Cuántas en un día?... Muchas, indudablemente. Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos…Desde que nacemos, hasta el día de nuestra muerte siempre tendremos que priorizar, optar, y decidir: v.gr. madurar, o seguir siendo adolescentes; escoger una entre varias carreras; hacer deporte o estar tumbados en el sofá; estudiar a conciencia o dedicarnos a realizar otras cosas (también necesarias para nuestras vidas), elegir una pareja entre varias…
El problema consiste en que no sabemos (o no queremos) priorizar las cosas que hacemos en función de los objetivos que deseamos conseguir.
Es más, a veces, hasta invertimos las prioridades dejando lo más importante a merced de lo intranscendente por el sencillo hecho de que sea urgente.
¿Cómo se aprende a establecer prioridades? Las personas inteligentes saben plantearse fines y desarrollan acciones coherentes de acuerdo con ellos.
¡Ojalá que no hagamos lo que dice Jesús: “Cuelan un mosquito, pero se tragan un camello” (Cf. Mt 23,24).
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lunes, 16 de mayo de 2011
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