De todas las reflexiones del 2008, 2009, 2010... ¿Cuál les llamó más la atención, y por qué?

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martes, 10 de abril de 2012

132.- LA RESURRECCIÓN DE JESÚS

Después de muerto y sepultado durante tres días, Cristo volvió de la muerte a la vida; lo demuestran la tumba vacía, los lienzos doblados y las múltiples apariciones que tuvo ante sus discípulos y otras personas. Este hecho es el pilar fundamental de la fe de todo cristiano.

La Escritura distingue dos conceptos de vida. Por una parte la vida como “bíos” (βιος), que se refiere a la vida humana en sus relaciones externas y con sus preocupaciones de cada día. Nunca se emplea “bíos” en el Nuevo Testamento para describir bienes salvíficos, sino que se refiere a la vida ordinaria, con sus asuntos y ajetreos. Sin embargo, la vida como participación en la vida divina, como vida eterna, como salvación, se denomina “zoé” (ζωη). Jesús resucitado está pleno de vida (“zoé”), es la misma vida que se nos ofrece. Y nuestra resurrección, incluso ya en el bautismo (Rm 6, 4), es una participación en la “zoé divina”. En este sentido, Dios es Dios de vivos, no de muertos (Mc 12, 27). De tal manera que no debemos presentar la vida de la resurrección bajo los parámetros del “bíos”, sino de la “zoé”.

Pero la comprensión correcta de la corporalidad del resucitado no deja de plantear problemas y es un tema difícil. La Escritura es bien consciente y por eso lo afirma siempre de modo matizado: el Jesús resucitado atraviesa las puertas cuando están cerradas (Jn 20, 19), desaparece instantáneamente (Lc 24, 31)… pero también come y bebe normalmente (Lc 24,40).

¡ FELICES PASCUAS DE RESURRECCIÓN !

Cf. http://reflexioneslasallistas.blogspot.com