Querido amigo:
Me preguntaste: ¿qué he de hacer para encontrar el tesoro de la sabiduría? He aquí mi consejo: No te lances directamente al mar, acude a él por los ríos. Con otras palabras: Empieza por lo sencillo, que ya llegará lo complicado.
Te añadiré algo más para tu vida personal.
Procura pensar lo que dices. Si puedes evitar las tertulias en las que se habla demasiado, mejor. Que en tu conciencia no haya dobleces. Sé constante en la oración. Enamórate del recogimiento, pues en él encontrarás luz para entender.
Que tu trato sea siempre amable. Interiormente, no condenes a nadie. Deja a un lado los cotilleos, que sólo producen menosprecio y distracción. Infórmate de lo que ocurre en el mundo, pero no seas mundano. Trázate objetivos claros, evitando toda dispersión. Sigue las huellas que han dejado los mejores.
Archiva en tu memoria todo lo bueno que oigas o veas, venga de donde venga. Esfuérzate por entender. Disipa las dudas que te surjan. Ve llenando tu mente de cosas como quien va llenando un vaso; poco a poco. Calibra tus fuerzas y no pretendas alcanzar lo que no puedes.
Si haces todo esto, mientras vivas, serás como una cepa cargada de racimos en la viña del Señor. Además, conseguirás lo que te propongas.
Adiós.
Fr. Tomás de Aquino, O.P.
lunes, 28 de febrero de 2011
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