El proceso de crecimiento personal y grupal pasa siempre por momentos de crisis, de rupturas.
Para poder madurar hay que cambiar. Este es un camino de constantes renuncias, muchas veces a cosas, costumbres y hábitos a los que estamos muy apegados(as) porque nos dan la sensación de seguridad, pero que es necesario dejar atrás para poder acceder a niveles de mayor plenitud, v.gr.: obtener las cosas fáciles; levantarse tarde; no tener orden en sus vidas y en sus habitaciones; querer estar de farra todo el tiempo; dispersarse en cosas banales descuidando las importantes, etc.
La vida pide una actitud de estar dispuestos(as) a correr constantes riesgos, que implican muchas veces fracasos. Delante de las derrotas y de tantos signos de muerte hoy en día, el Señor Jesús nos acompaña y nos anima diciéndonos: “¡Levántense; no tengan miedo!” (Cf. Mt 17,7).
En la vida de estudiante, no hay que perder de vista el objetivo al que se quiere llegar: ser profesional; tener una carrera que constituirá su “modus vivendi”; el servicio a su familia, a la sociedad…pero que los fracasos y errores no te desanimen ni te hagan volver la vista hacia atrás. ¡Confía en Dios…y confía también en ti mismo(a)!...¡No tengas miedo!...
martes, 22 de marzo de 2011
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