Martes 11 de septiembre del 2001, 08:45, el vuelo nº 11 de American Airlines impacta en la torre norte del World Trade Center de Manhattan, en Nueva York (“Las Torres Gemelas”).
Los “muyahidines” islámicos (es decir los que hacen la “yihad”=el esfuerzo necesario para alcanzar el objetivo de extender la “guerra santa”) se encargaron de ese atentado macabro.
Lamentablemente el terrorismo se ha convertido en el mayor peligro de este siglo XXI, a partir del peor atentado terrorista en la historia de EEUU que marcará el rumbo del entonces naciente siglo presente.
En el terror se exterioriza una agresividad incontrolada. Si se practica en nombre de Dios, es ilimitada. Ya no cuenta el valor del ser humano. El único objetivo es propagar la angustia y el caos, y dado que los terroristas se desprecian a sí mismos, en los atentados suicidas arrastran a la muerte también a otras personas inocentes.
La agresividad como desprecio hacia los seres humanos sacude los fundamentos de nuestra sociedad y destruye la base de toda convivencia posible.
Pensemos en la frase evangélica de nuestro Señor Jesucristo que dice: “Bienaventurados los mansos porque poseerán en herencia la tierra” (Cf. Mt 5,4).
Cf. http://reflexioneslasallistas.blogspot.com
martes, 20 de septiembre de 2011
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