Un accionista muy enojado gritó al director de su empresa, éste lo mandó al carajo y cuando llegó a su casa maltrató a su mujer porque estaba gastando demasiado. Su esposa regañó fuertemente a su empleada que rompió un plato, y ésta muy emplumada dio un puntapié al perro porque la hizo tropezar. El perro salió corriendo y mordió a un joven que pasaba por allí. El joven fue furioso al hospital y gritó al enfermero porque no le curaba de inmediato el rasguño que le hizo el can.
El enfermero llegó con mucha rabia a su casa y gritó a su mamá, porque la comida no era de su agrado. La mamá del enfermero se disculpó, besó a su hijo y le dijo: “Hijo querido, prometo hacer mañana la comida que más te gusta. Tú trabajas mucho y estás muy nervioso y estresado. Asimismo cambiaré tus sábanas para que duermas bien y descanses serenamente esta noche”.
Así se rompió este círculo de odio y violencia, gracias a la comprensión y tolerancia de la mamá.
En nuestro medio y actualidad están de moda “los cogoteros”. Por los luctuosos sucesos que a menudo suceden en la ciudad, la gente está furiosa contra cualquier sospechoso o extranjero. Quieren lincharlos y tomar la justicia por su cuenta, so pretexto de aplicar “la justicia comunitaria”, sin averiguar o indagar previamente si ese sospechoso o extranjero es un ciudadano común y corriente, que vive de su trabajo diario.
Se requiere urgentemente tomar acciones para cortar este círculo de violencia y de histerismo colectivo que desembocan lamentablemente en situaciones de las que después se van a arrepentir.
Cf. http://reflexioneslasallistas.blogspot.com
lunes, 12 de marzo de 2012
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