Un estudiante se encontró un día por la calle con un sabio anciano de su comunidad.
El joven admiraba al anciano tanto por sus logros como por su fuerte carácter, y le preguntó si alguna vez había tenido pensamientos débiles y si había sucumbido a la tentación del ego, que pretende que nuestra vida se rija por vanidades superficiales como los títulos y la posición social.
El anciano le contestó: “Pues claro que tengo pensamientos débiles y mi ego intenta desviarme de mi camino todos los días. Soy humano. Pero también tengo mi lado auténtico, mi naturaleza esencial, lo que yo soy de verdad. Y esa parte crea los pensamientos nobles y valientes, y me ayuda a centrarme en llegar a ser lo mejor que pueda ser. Es casi como si dentro de mí llevara dos perros. Un perro bueno que trata de llevarme adonde sueño que quiero ir, y un perro malo que intenta apartarme de mi camino ideal”.
“¿Y cuál gana?”, preguntó el joven estudiante.
“Muy fácil –contestó el anciano-, gana el que alimento más”.
(Cf. “EL LÍDER QUE NO TENÍA CARGO”, de ROBIN SHARMA, Grijalbo, septiembre 2010; págs.113 y 114).
Cf. http://reflexioneslasallistas.blogspot.com
jueves, 29 de septiembre de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario