Cuando un ganador comete un error dice: “Yo me equivoqué”. En cambio,
cuando un perdedor comete un error, echa la culpa a los demás.
Un ganador trabaja más fuerte que el
perdedor y tiene más tiempo. En cambio un perdedor estará siempre “muy ocupado”
para hacer lo que es necesario.
Un ganador enfrenta y soluciona los
problemas. Un perdedor en cambio, les da vueltas y nunca logra superarlos.
Un ganador se compromete, pero el perdedor
sólo hace promesas.
Un ganador dice: “Yo soy bueno, pero no
tan bueno como me gustaría ser”; en cambio un perdedor comenta: “No soy tan
malo como lo es mucha otra gente”.
Un ganador escucha, comprende y responde.
Un perdedor avasalla con su palabra, no escucha ni entiende razones.
Un ganador respeta a aquellos que son
superiores o mayores y trata de aprender de ellos. En cambio un perdedor se
resiente con los que son superiores a él, trata de encontrarles defectos y
burlarse de ellos en todo momento.
Un ganador se siente responsable por algo
más que su trabajo cotidiano. Un perdedor no colabora y siempre dice: “yo sólo
cumplo lo que me toca hacer”.
Un ganador dice: “Debe haber una mejor
manera de realizar esta tarea”, sin embargo el perdedor dirá: “Esta es la
manera en que esto siempre se ha hecho”.
Tengan presente que las palabras correctas
llevan a las correctas acciones.
Cf. http://reflexioneslasallistas.blogspot.com
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