Todos hemos escuchado alguna vez el cuento de la Caperucita Roja, la mamá, la abuelita, el bosque y el lobo rapaz.
Esta historia es la historia de cada persona.
El caminar por el bosque simboliza el ejercicio de nuestra libertad; el encargo de la mamá, nuestra misión en la vida; la abuelita, los otros como destinatarios de nuestro obrar; el lobo, las miles de tentaciones que surgen a diario en nuestro caminar.
La libertad nos ha sido dada, por ello nadie nos la puede quitar. A lo sumo nos pueden recortar cierta autonomía de nuestras acciones (es lo que se llama libertad-de). Pero esa autonomía, ese estar libre de presiones y coacciones, no es la libertad, es más bien un liberarse.
Parafraseando a Ortega y Gasset, filósofo español, podríamos decir que la libertad se nos da, pero no se nos da hecha.
La auténtica libertad es la llamada libertad-para, es decir, la capacidad de usar el libre albedrío para la consecución de lo que tenemos encomendado. Consiste en asumir nuestra misión y proyectarla en nuestra existencia.
viernes, 23 de abril de 2010
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