UNIVERSIDAD “LA SALLE” PARALELO “EL ALTO”-2009-
Cuenta una antigua leyenda judía que un anciano rabino obtuvo el privilegio de poder observar a los hombres en el cielo y en el infierno.
Primero bajó a los infiernos y vio allí gran número de hombres y mujeres que se disponían a hacer un gran festín. Estaban sentados alrededor de una mesa repleta de manjares exquisitos, pero nadie lograba saborearlos, pues aquellos comensales no podían doblar sus brazos porque no tenían codos. El espectáculo resultaba lamentable: Era horrible ver cómo sufrían todas aquellas personas que, ante tanta comida, se morían de hambre.
Después subió al cielo, donde se disponía un banquete igual de delicioso, y observó que los comensales tampoco podían flexionar sus brazos. Sin embargo, todos ellos disfrutaban de la comida porque se daban de comer unos a los otros.
Como se puede apreciar en esta leyenda, el cielo y el infierno se pueden encontrar en nosotros mismos. Los infelices hacen de su vida un auténtico infierno, su egoísmo les aísla cada vez más y les impide disfrutar y compartir los bienes.
domingo, 25 de abril de 2010
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