De todas las reflexiones del 2008, 2009, 2010... ¿Cuál les llamó más la atención, y por qué?

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martes, 27 de abril de 2010

55.- “PONERSE LA CAMISETA”

Hay muchas personas que ante las exigencias en el trabajo o centro de estudios, o las malas condiciones laborales se sienten desmotivadas, desmoralizadas y les dan ganas de hacer mal las cosas. Es más, crean mal espíritu entre los compañeros de estudios o de trabajo.
Tal vez sucede que “nunca se pusieron la camiseta del trabajo o centro de estudios y no la sudaron”, es decir, que nunca se comprometieron de verdad, a pesar de los múltiples imponderables que se presentan día a día, en sus labores.
Una persona proactiva se siente responsable por algo más que por su propio trabajo. Dice: “Debe haber una forma mejor de hacer mi labor”… Una persona negativa no se compromete y siempre dice: “Hago mi trabajo y ya es bastante” o bien: “Esta es la forma en que siempre lo hemos hecho. No hay otra…”.
Los expertos en organización dicen que todo compromiso tiene tres caras o facetas: El compromiso afectivo, el compromiso continuo y el compromiso normativo.
El compromiso afectivo consiste en la identificación psicológica del trabajador o estudiante con los valores y filosofía de la empresa o institución de estudios. En realidad es muy frecuente que no se percate de la sintonía entre sus valores y los de la empresa o institución. Sin embargo esta identificación y afinidad con la organización se manifiesta con actitudes tales como un marcado orgullo de pertenencia del estudiante o trabajador hacia su institución. En otros términos diremos que quien tiene un alto compromiso afectivo es aquel que “tiene bien puesta la camiseta".
El compromiso continuo revela el apego de carácter material que se tiene con la empresa o centro de estudios. Es decir que está vinculado con la institución porque ha invertido tiempo, dinero y/o esfuerzo en ella y dejarla significaría perder todo lo invertido.
La tercera y última dimensión del compromiso organizacional es el compromiso normativo, el cual, al igual que el compromiso afectivo, es de naturaleza emocional y consiste en la experimentación de un fuerte sentimiento de obligación de permanecer en la empresa o instituto. Este sentimiento de obligación suele tener sus orígenes en la formación del valor de lealtad en el individuo desde su niñez, su adolescencia, e inclusive en sus primeras experiencias laborales o estudiantiles, es decir, el sujeto aprende y da por hecho, que debe ser leal con la empresa o institución a la que pertenece.
El podium ideal es que el oro se lo lleve el compromiso afectivo, la plata el normativo y el bronce el continuo. Desde luego, los comportamientos más deseados tales como el alto desempeño, la puntualidad, la conducta extra rol (hacer más de lo que mi descripción de puesto dice que tenga que hacer) y una actitud proactiva, se predicen mejor a partir de un alto nivel de compromiso afectivo.

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