“…la ineptitud para producir riqueza y crear empleo y los fracasos de las instituciones civiles y la democracia en América Latina se explican, en gran parte, como resultado de una pertinaz y generalizada actitud irresponsable, de jugar al avestruz en lo que respecta a las propias miserias y defectos, negándose a admitirlos –y por lo tanto a corregirlos- y buscándose coartadas y chivos expiatorios (el imperialismo, el neocolonialismo, las transnacionales, los injustos términos de intercambio, el Pentágono, la CIA, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, etcétera) para sentirse siempre en la cómoda situación de víctimas y, con toda buena conciencia, eternizarse en el error…la culpa de lo que nos pasa no es nunca nuestra. Siempre hay alguien –una empresa, un país, una persona- responsable de nuestra suerte. Nos encanta ser ineptos con buena conciencia. Nos da placer morboso creernos víctimas de algún despojo. Practicamos el masoquismo imaginario, una fantasía del sufrimiento. No porque la pobreza latinoamericana sea irreal –bastante real es ella para los pueblos jóvenes de Lima, las favelas de Río o los caseríos de Oaxaca- sino porque nos encanta culpar a algún malvado de nuestras carencias…”.
(Cf. “MANUAL DEL PERFECTO IDIOTA LATINOAMERICANO”, de Plinio Apuleyo, Carlos A. Montaner y Álvaro Vargas LL.; págs. 14 y 65; Plaza & Janes Editores, S.A.)
sábado, 24 de abril de 2010
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