Todos manejamos una serie de informaciones
diarias: conocemos precios de productos en el mercado, el recorrido de los
minibuses, los programas de TV o de radio que nos interesan, los equipos de
fútbol y su conformación, lo que opinan los políticos del país, los celulares y
artefactos de moda, etc.
Pero toda esta información se refiere a
cosas que van cambiando, que envejecen, se deterioran y pasan.
Es bueno preguntarse qué dedicación y
tiempo dedicamos a aquellas otras cosas que no pasan, porque son eternas. ¿Qué
es más importante para nosotros: los bienes temporales de esta tierra o los
bienes eternos?...¿Dónde está nuestro tesoro, dónde ponemos nuestras energías
vitales, dónde dirigimos nuestro interés?...
Recordemos lo que dice Jesús: “Donde está tu tesoro allí estará tu
corazón” (Cf. Lc 12, 34). Dicho con otras palabras, aquello que ocupa tu atención, que
capta tu interés, eso es tu “tesoro”.
Andamos tan agitados y preocupados en este
mundo moderno por un sinfín de cosas, que descuidamos las más importantes para
nuestra eternidad.
Jesús también nos recuerda: “Fabríquense bolsas que nunca se
rompan, y guarden en el cielo lo más valioso de sus vidas. Allí los ladrones no
podrán robar, ni la polilla podrá destruir” (Cf. Lc 12,34).
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